Los singles de mi adolescencia.

Convencido estoy de que esta especie de secciones de “singles de mi infancia” y ahora “singles de mi adolescencia”, las vivencias que en ellas cuento y la música que dejo caer, sin ningún orden ni concierto, serán compartidas por muchos de los seguidores de este blog, sobre todo por los mas puretas, que creo que somos mayoría. Tal vez entonces no tengan demasiado interés recordarlas, siendo su escucha mas bien un mero ejercicio de melancolía o de nostalgia que nos traslada a aquellos tiempos. Como soy proclive a ello, aunque lo tengo abandonado, estoy escribiendo algo que he titulado, quizá un tanto cursi, “Mi idilio con la música”, en el que trato de relatar una sucesión de vivencias, ordenadas temporalmente, citando las canciones que las acompañaban y que mas me surcaron en cada etapa. Tarea ardua que no sé si alguna vez terminaré y que no tiene mas pretensión que hacer una especie de banda sonora de mi vida, que sólo a mi interesa. Un divertimento mas, pesado pero divertimento al fin y al cabo.

Dicen los científicos de la estesiología que el sentido mas evocador es el olfato, no lo pongo en duda; pero el sentido del oído posibilita, cuando escuchamos música, evocar muy vivamente esos momentos pasados. Y con esta sección del blog, escuchando las canciones, volamos a esos tiempos pretéritos, en los que nuestras hormonas nos estallaban, y en los que cogíamos de refilón lo que en países tan lejanos y tan cercanos ocurría o estaba de moda, entre la juventud mundial que se rebelaba contra la guerra de Vietnam y los poderes establecidos: los sueños de paz, amor, libertad, la contracultura, el underground,, siguiendo el movimiento hippie, y los movimientos libertarios. Las flores, la psicodelia…., empezaban a estar presentes en nuestras vidas, aunque fuera a través de los pantalones acampanados, camisas de flores y el pelo largo, si te dejaban. Una vez mas aquellas ilusiones de adolescencia, que en España apenas llegamos a oler, se fueron al traste: la arena de la playa no se encontraba bajo los adoquines de Paris, ni la imaginación llegó al poder y, según me anuncian, no llegará nunca. Y menos aún en estos tiempos en el que el poder es un fin en si mismo y no un medio para mejorar la situación de la ciudadanía. Pero tal vez eso fue siempre así. Es la condición humana. En fin, suelto el rollo y cuelgo música de mi adolescencia, de alrededor de 1968, tenia 15 años, de aquellos discos que metíamos en álbumes desvencijados que transportábamos a las casas de amigos donde organizábamos aquellos guateques en los que bebíamos sangrías, le llamábamos “Kas o cas”, o como sea, a base de ginebra, ron, mas ron, mas ginebra, fanta de limón, coca cola y frutas, que se vertían en en un barreño grande y tratábamos de arrimarnos a la chica de turno, en las canciones lentas que eran las que mas molaban, una vez bailadas las sueltas que animaban y consumidos algunos vasos de esa mezcla que, a veces era explosiva.. Y las hormonas revueltas…., y la represión de todo tipo, dale que te pego. Pero aquellas canciones, aquellas actitudes de curiosidad hacia lo que estaba pasando fuera, sin duda abrieron esperanzas.