Revueltas estudiantiles contra la Ley General de Educación del ministro  Villar Palasí

Hace un tiempo, leyendo “Tokyo blues”, me vino a la memoria  mi etapa universitaria, en la Granada que tanto me gusta: aquella habitación 110 del Colegio Mayor, en la que tanto se habló, el pequeño cassette en el que oía, u oíamos, en aquellas cintas BASF o TDK, a Cat Stevens, Bee Gees, Booker T & Mg’s, Beatles, Moustaki, las canciones sudamericanas, la “canción social”, entre tantos otros,  y también el pequeño transistor en el que, a duras penas, oíamos a las 23,00 horas, Radio París, para escuchar con atención ” las noticias relacionadas con España”, que contaba Julián Antonio Ramírez en “Ici París”. No faltaba comprar el semanario “Triunfo”, el mensual “Cuadernos para el Diálogo”, y el montar seminarios sobre el libro de Marta Harnecker, ” Los conceptos elementales del materialismo histórico”, una especie de catecismo del marxismo que, en los estertores del franquismo, dejaron publicar. Por supuesto, las luchas universitarias, los cine clubs, los forum después de cada película. Todo un bullir político y cultural. En fin… Íbamos a cambiar el mundo, desde nuestra posición pequeño burguesa y fue el mundo el que, al cabo del tiempo, nos cambió a nosotros. Por supuesto que hubo cambios, y el mayor cambio lo produjo la biología y la necesidad, Vino la democracia y, al poco, el desencanto. Cómo pasa siempre o casi siempre,

“Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie” , Lampedusa dixit.
En fin, melancolía pura y dura. Me callo.

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