Suelo ser previsor aunque, a veces como en el jazz, lo improvisado suele salir mejor. Viene esto a cuento de que la semana pasada, la del acueducto, puente largo o lo que sea, nada salió como estaba previsto, en lo que al arriba firmante respecta.
Tenía programado un viaje a Tanger, Asilah…con un grupo de amigos. Reserva de una casa amplia hecha, perspectivas de echar unos buenos ratos, revisitar después de mucho tiempo esas ciudades, así como Chaouen, pero pocos días antes de inicio de la semana, los planes se iban viniendo abajo. Como si de la novela de Agatha Christie “Diez Negritos”se tratara, solo que sin asesinatos, menos mal, poco a poco íbamos sucumbiendo uno a uno, afectados por diversas dolencias, por lo que a tiempo de llegar a la cancelación gratis, hubo de abortarse el viaje y aplazarlo hacia tiempos mejores.
Como quiera que el día 9, fecha prevista del concierto de Enrico Pieranunzi en el Picasso iba a estar fuera, no había sacado entradas. Al suspenderse el viaje, me apresuré a sacarlas y, con sorpresa pude conseguir las de última fila. Me alegré, pensando aquello de “no hay mal que por bien no venga”, y además Pieranunzi es de mis pianistas favoritos.
Pero he aquí como que, en el día 5 soy yo el que caigo en desgracia, o en estado gripal, por lo que peligraba mi asistencia al concierto. Medicándome y resguardándome mejoré y allá que me fui al Picasso, el sábado 9. Ya en sala me entero que el que se ha puesto malito ahora era Pieranunzzi y que iba a ser sustituido por nuestro prota: Enrico Zanisi. No lo conocía, no sabía de su existencia y creo que pocos de los asistentes podrían decir lo contrario.
Me dispuse a escucharlo, pensando que nada en la semana había salido según lo previsto, ni el concierto, pero con la mejor disposición.
Y a fe que Zanisi no me defraudó. Creo que es de la escuela del maestro Pieranunzi que ha ejercido su magisterio en Italia desde hace tiempo. Su creo que discípulo me pareció un pianista profundo para su juventud, 32 años, maduro, elegante, con un sentido muy arraigado de la melodía, y dotado de buenos recursos técnicos. En definitiva, me gustó.
Indagando sobre su figura he podido saber que de padres músicos, flautista él, pianista ella, y con piano vertical en casa, se inició desde chaval con el piano, dando clases de música clásica. Como se le daba bien, pronto empezó a tocar frente al público en concursos, no solo en Italia, sino fuera de ella. Tocado por el sueño de convertirse en estrella del rock, formó con tan solo 12 años una banda del genero tocando música de Led Zepelin, Emerson, Lake and Palmer, Génesis…Después entró en una escuela de jazz y su idea inicial de que esta música era anticuada, cambió: los prestigiosos Cursos de Jazz de Siena fueron los culpables, así como cursos de verano con Kenny Werner, Larry Grenadier, Joe Calderazzo, hasta dar el salto al Berklee Schol de Boston.
Empezó a grabar y publicar, y a tocar profusamente, tocando son Sheila Jordan, Dave Liebman, Roberta Gambarini, Stefano di Battista…Dice que de todos ellos aprendió para estudiar y encontrar su propio estilo con la más sincera humildad y la mayor pasión. Pues sí, humildad y pasión son elementos que pueden definirlo….