Fue el soul la música afroamericana que primero entró en mi vida, valga la cursilería. A finales de los sesenta, cuando el arriba firmante andaba por los catorce o quince años el jazz era poco menos que inexistente. Ya he contado algo sobre el tema. Sin embargo, recuerdo que, primero a través de los singles  y después en aquella célebre colección recopilatoria de LP´s.,  de diez, por número y calidad,  de  “Hits Soul” , el soul se coló en nuestras vidas.  Sin duda que la Tamla Motown, y la Atlantic Records mucho tuvieron que ver. En aquellos guateques, de los que también he hablado,  los Wilson Pickett, Arthur Conley, Otis Redding,  Aretha Franklin, Ike & Tina Turner y tantos otros nos hacían mover el esqueleto cuando los ritmos frenéticos así lo exigían, o propiciar el acercamiento a las chicas, cuando era el turno de las baladas. Las baladas propiciaban el acercamiento a las chicas. Las dosis de ginebra y ron triunfaban nítidamente sobre la coca cola, la fanta  y las frutas en aquellas sangrías que preparábamos,  cómplices silenciosas del conjuro. Hablaban más las hormonas que nuestras lenguas y la inocencia iba perdiendo terreno.

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