Tal vez mi profesión vocacional hubiera sido la de locutor de radio. ! A buenas horas, mangas verdes! Los que me conocéis sabéis que me gusta compartir músicas que descubro, sentimientos que me producen o recuerdos que me traen de otra época o de otros momentos, su escucha. La música de los micro surcos, algunos son surcos grandes, obviamente no os la descubro. El Mediterráneo se descubrió hace mucho. Posiblemente os recuerde y os evoque a un pasado más o menos reciente, más o menos lejano. Viene esto a cuento de que cuando cada día pienso en el artista a colgar, me acuerdo de este o esta otra y me digo, ! Jo y éste qué! Y es que he escuchado siempre música. Siempre van a quedar fuera algunos. Melómano empedernido que es uno y, añado, insaciable..
Hoy vengo a cubrir una ausencia imperdonable, con la audición de la gran dama del soul, aunque creo que de pasada la colgué otra vez. No recuerdo. Esa señora que nació en Memphis en 1942, que primero, y después lo recordó, canto góspel, porque es lo que oía en la iglesia, que curiosamente no grabó en la Motown, sino primero en Columbia, después en Atlántic, y finalmente en Arista Records, que también coqueteó con estándares de jazz, porque oía a Dinah Washington y a Ella Fitzgerald, que luchó contra el racismo y por la liberación de la mujer y que grabó gran cantidad de álbumes extraordinarios con su voz prodigiosa. Algunas de sus canciones, como la de Burt Bacharach, que vamos a escuchar, no me cansaré nunca de oír. Son de las que me llevaría a una isla desierta, libre de coronavirus. Aunque primeramente la interpretara Dionne Warwick, como lo hace nuestra protagonista de hoy es pura maravilla.
Os dejo con Aretha Franklin, la reina del soul.