Si en la ópera la “divina” es la Callas, en el mundo del jazz ese calificativo se le reserva a Sarah Vaughan, también conocida como Sassy. Se dio a conocer como telonera de Ella Fitzgerald en el Apollo. Luego anduvo con la orquesta de Earl Hines, pianista preferido de Louis Armstrong y, sobre todo con la orquesta de Billy Eckstine. Formó parte de orquestas que se movían en el mundo del swing, como la de Teddy Wilson, si bien tocó y mucho con los boppers Gillespie, Parker, Powell etc. Grabó con Mercury, Roulettes, y finalmente con Pablo Todas de Norman Granz. Sarah tiene una gran variedad de registros, una extraordinaria versatilidad y pasa de los tonos más graves a los más agudos en un santiamén. Su voz era y es inconfundible. De temas como “Tenderly” y “Sends in the clowns” hizo sus estandartes y carta de presentación de muchos de sus conciertos. Tuve ocasión de verla y oírla, claro, en el Festival de Jazz de 1987. Aunque decía que le dolía la rodilla y anduvo despegada del público, su actuación con el trio de Tommy Flanagan me deleitó. Es ella, ” la divina”, la inconmensurable Sarah Vaughan.

Publicaciones Similares