El viernes noche nos llegó la temida noticia al grupo de amigos de Whatsapp, creado ex profeso para seguir su situación. Juan nos dejaba. No por ser esperada dejó de entristecernos. Llevaba luchando diez meses contra esa enfermedad incurable que a él le atacó sin piedad. Los  dos últimos días los pasó ingresado y, prácticamente, en coma. Ya no había espacio para la esperanza.

Los que le conocíamos sabíamos de su nobleza, su sentido del humor, su agudeza, su inteligencia y disfrutábamos de sus frecuentes y cortos comentarios o frases que  arrancaban nuestra  sonrisa, cuando no una risa abierta, con su fina ironía o su sarcasmo inteligente. ¡Puro ingenio¡ Nos enseñaba a relativizar los sinsabores de la vida. Pero desde que conoció su enfermedad, Juan nos ha dado a todos  una lección de vida, y una lección de cómo afrontar el final que a todos nos espera. Y lo hizo sin abandonar el sentido del humor, sin apoyaturas de fe religiosa, animando a los que le rodeaban, con una serenidad y templanza admirables. Haciendo más fácil el tránsito a todos, y especialmente al comando solidario y entregado de los tres amigos que incondicionalmente le han acompañado y cuidado hasta el final, además de su ex compañera y de su hijo. ¡Chapeau para todos ellos¡

El sábado los amigos lo despedimos en un acto espontáneo en el que hubo música, poesía, relato de anécdotas, y emoción, mucha emoción. Y el final fue algo surrealista. Juan había pedido que  su funeral civil, terminara con la música de “La Murga de los Currelantes” de Carlos Cano. Y allí estábamos, en el pequeño cementerio del Palo cantando la copla, con los ojos humedecidos y seguro que todos con la imagen de Juan en la retina y su recuerdo en el corazón.

Juan, Juanito, Juan Proteo, aun de cuerpo presente sonreiría plácida e irónicamente.

¡Hasta siempre, amigo¡

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2 comentarios

  1. Buen viaje , amigo Juan..siempre te recordaré con tu ironía, alegría y gracejos ..y sobre todo con el cariño que compartías con tod@s ….
    Un gran beso ..Charo.

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