Amalia Rodrigues, lisboeta de 1920 era la “Reina del Fado”, y maestra de todas las fadistas que le siguieron y de las actuales Mariza, Misia, Dulce Pontes, Ana Moura, etc. Reconocida internacionalmente, tuvo una dilatada carrera profesional en la que grabó mucho y bien y también vendió lo suyo.
Políticamente existe una controversia sobre ella. Le acusaron de simpatizar con el régimen salazarista, lo que provocó que tras la ” revolución de los claveles”, se retirara de la vida pública por un breve espacio de tiempo. Sin embargo, Salazar le prohibió una canción, porque se consideraba un himno por los presos políticos de la dictadura y también se dice que ayudó económicamente al partido comunista portugués, me imagino que en tiempos de Álvaro Cunhal. El caso es que Mario Soares la condecoró y que recibió diversos homenajes en la democracia. Nada de eso es de extrañar, si miramos a nuestro alrededor, a nuestros artistas y a lo aficionados que somos en nuestro país a descalificar con adjetivos políticos gruesos a cualquier manifestación discrepante de lo que cada cual piensa. Sectarismo y cainismo frente a concordia, diálogo y tolerancia, y no se libra ni el tato.
Fue enterrada con todos los honores en 2001 y existe una Casa Museo de Amalia en Lisboa.
Recuerdo de niño haber oído en la radio canciones como “Una casa portuguesa” o “Lisboa”.