Esta “institución de la música canadiense” como le llamo Robbie Robertson miembro de “The Band”, la banda que acompañara en tantas ocasiones a Bob Dylan, falleció ha hecho ahora en mayo, un año, creo que a los ochenta y cuatro.
Hace bastantes años que conozco de la existencia de Gordon Lightfoot, y tengo algún que otro disco suyo, pero antes de todo ese tiempo algunas de las canciones me sonaban y podría canturrearlas, sin saber su origen, tal vez porque las cantaran gentes como Elvis Preslsy, el propio Dylan, Neil Young, Barbra Streisand, Eric Clapton Olivia Newton John o Jerry Lee Lewis. Como veis palabras mayores, cantantes gigantes y, sin embargo su autor, el bueno de Gordon, permanecía en el anonimato. Injusticias propias de nuestro injusto mundo.
En su tierra, Canada, es considerado “como uno de los artistas que mejor personificó la esencia del país en sus canciones, desde su clima hasta su paisaje pasando por sus habitantes, y su presidente Trudeau dijo a su muerte que “Canadá ha perdido a uno de sus principales cantautores”. Di otra y te escondes, como se decía en mi pueblo, y también digo que no hay que llegar a ser primer ministro para pronunciar esa evidencia. Pero en fin de aquello de con la solemnidad con que, tantas veces, nuestros políticos se pronuncian sobre lo obvio, podríamos charlar un rato, pero nos desviamos del tema.
Dijo Dylan, amigo de Gordon, que “cada vez que oigo una canción suya, es como si desease que durase para siempre”. Pues no se hable más. Firmemos la afirmación del maestro.