De Ohio y de 1952, Lovano es uno de los tenores más de relevantes del actual panorama jazzístico. Su padre, también era saxofonista, pero no trascendió más allá de la escena local. Recibió Joe sus primeras clases a la edad de diez años y doce años más tarde ya tocaba con Lonnie Smith y George Benson. Después toca sucesivamente en las Orquestas de Woody Herman, Mel Lewis, y en quinteto o trío con Paul Motian, para después participar en la Carla Bley Big Band. En 1985 graba su primer disco como líder y ha colaborado con Henri Texier, Aldo Romano, Chet Baker, Sarah Vaughan, Elvin Jones, etc., todo palabras mayores.
Lovano es dueño de una sonoridad dura que suaviza en los graves, pero ello no le impide desprender un lirismo cálido, al tiempo de ser un gran improvisador melódico, a la par que enérgico. Ha firmado grabaciones antológicas y la aparición de cada disco suyo siempre crea una expectación. Lo he disfrutado en varias ocasiones, pero siempre recordaré un concierto cerrando el Festival de Jazz de Granada en el 2.006, y por razones más allá de las estrictamente musicales el que ofreció en octubre de 2016 en el Cervantes de Málaga con el pianista Chucho Valdés.