Este tejano de 1930 revolucionó el jazz. Lo puso patas arriba. Saxo alto, tenor, violinista, compositor. Con él se acuñó el término “free jazz”, título que le dio a un disco en que lideraba un doble cuarteto. Sus compinches fueron entre otros Don Cherry, Eric Dophy Billy Higgins y Charlie Haden. Ornette fue duramente criticado, dado que sus atonalidades no entraban por los oídos de los más ortodoxos. Pero si algo no debe haber en el jazz es ortodoxia, por mucho que Panasié insistiera en ello. Ornette es independiente y vive ajeno a las críticas. Por eso se permite, tocar a veces con un saxofón de plástico, o tocar rudimentariamente la trompeta y el violín cuando le place, por no hablar de su estrafalaria indumentaria. A pesar de ello, dicen que es la dulzura personificada, y sin embargo su música ha atraído cierta violencia, violencia que se ha ejercido alguna vez contra sí mismo, tal vez su negritud contribuyera a ello.
No es fácil escuchar a Coleman. Hay que estar predispuesto, hay que prepararse. Lo he visto en un par de conciertos. Ornette Coleman es energía pura. Su mayor fidelidad es al cambio. El titulo de uno de sus discos “Tomorrow es the question”, lo explica todo.