
Nacido en 1.958 en Houston (Texas), es hoy uno de los máximos exponentes del trombón en el jazz, instrumento al que el gran J.J. Johnson actualizó para el estilo bebop, ya que se había anclado en el estilo New Orleans y en las orquestas de swing.
De padre guitarrista y madre, cantante de góspel, no es de extrañar que al pequeño Frank le gustara la música. Así que, antes de decantarse por el trombón aprendió el piano, la tuba, la trompeta y hasta el bombardino.
Tocó en la big band del saxofonista Illinois Jacquet, antes de ser director musical de los “Jazz Messengers” de Art Blakey, palabras mayores, estuvo en la “Brass Fantasy” de Lester Bowie, palabras mayores y permaneció cerca de veinte años en la “Mingus Dinasty”, formación que hizo perdurar el legado del gran contrabajista. En estas dos formaciones he podido verlo y escucharlo, así como en el Festival de jazz de Málaga de 1.995, en el que vino como invitado especial en la formación de Abdu Salim.
Fue entonces, en ese año 1.995, cuando Lacy se forjó también en las jams sessions, que seguían después de las actuaciones en el Cervantes, lo recuerdo de la entrada en tromba, no en vano toca el trombón, con la que se sumó a una jam en el club “Ragtime” que estaba por la Malagueta y que regentaba el añorado Luis. Andaba yo en una mesa con Lou Bennett y Javier de Cambra entre otros, cuando se produjo esa irrupción que comentamos, divertidos.
La música de Lacy, su actitud en el escenario, derrocha energía y poderío, y es capaz de abarcar el bebop, el free jazz, la música criolla de New Orleans, el jazz rock e incluso el reggae.Os dejo algunos botones de muestra. Seguro que el bueno de Frank Lacy merecería un mayor reconocimiento