Su nombre siempre aparece vinculado al del pianista Dave Brubeck, al que se unió en 1.951, cuando contaba 27 años, y en el que estuvo de forma constante hasta 1.967, y por supuesto al “Take five”, sin duda uno de los temas más populares del universo jazzístico. (Ver entrada Dave Brubeck en el blog, si os place). Pero además de con Brubeck, el saxo alto que se inició en la música con el clarinete, también se fajó en colaboraciones y grabaciones notorias con el barítono Gerry Mulligan y con el guitarrista Jim Hall.
Su sonoridad, tan pura, tan suave es fácilmente reconocible. Ese fraseo tan relajado, esa delicadeza y ese swing, hicieron de él un músico popular, aunque no tuvo el reconocimiento que se merecía. Por lo que dicen ejerció “el derecho a la pereza” del que teorizaba Paul Lafargue, el yerno de Marx, con cierta frecuencia y asiduidad, por lo que nos perdimos un mayor disfrute de su música. Bebedor, consumidor de otras sustancias, y fumador empedernido, un cáncer de pulmón se lo llevó en 1.977.