Era un adolescente quinceañero cuando escuché por primera vez a Serrat. Fue en un single de cuatro canciones: “Canción de la matinada”,” Paraules de amor”,” Me´n vaig a peu” y “Sabanes”. Las dos primeras las oigo recurrentemente y uno, que es algo emotivo, se emociona. Me encantaba, aunque no siempre lo entendiera, el Serrat en catalán, canciones como “La tieta”, “El drapaire”, “El meu carrier”, “Quasi una dona” y “Canción para Joan Salvat Papasseit”. Estas dos últimas las compré en Granada en un single, al tiempo que el LP., digamos blanco, en el que estaban “ Mi niñez”, “Señora”, “Fiesta” etc., al día siguiente de asistir a un concierto en el Teatro Isabel la Católica. Sería por el año 1.970.Fue la primera vez que lo vi. Después lo he visto varias veces.
En sus inicios escuchar a Serrat era un acto de rebeldía. Sus canciones muchas de las cuales se referían a la vida cotidiana, tenían un punto de contestación al estado de cosas, simbolizó cierto inconformismo y además se pronunció contra el régimen franquista en mas de una ocasión.
Creo que pocos discos me quedan para completar su discografía, aunque creo que a Serrat se le fue la inspiración a partir de un momento y sus grabaciones posteriores al gran disco que fue “Mediterráneo”, fueron bastante inferiores. No obstante sus conciertos, en los que interpretaba sus temas emblemáticos, arropado por los esmerados y bellos arreglos de su pianista inseparable, Ricardo Miralles, siempre convocaban a la emoción, por esa forma tan personal y tan cercana de interpretar. Es un gran comunicador desde la sencillez y la modestia. Os propongo la escucha de temas tantas veces escuchados, más de los cuatro habituales. Esta noche Serrat se despide de los escenarios. Será en su Barcelona natal. Esperemos que sea más un “hasta luego”. En cualquier caso, siempre nos quedarán sus discos.