
Se nos ha muerto Pepe Múgica, se nos ha muerto como vivió, sin alharacas. Ha descansado el antiguo guerrillero, que cambió el fusil por el escaño, el escaño por el ministerio, el ministerio por la presidencia de su pueblo, pero sin dejar de ser el mismo Pepe Mújica. Un ejemplo de coherencia.
El otro día hablaba con un amigo sobre la orfandad de referencias morales, de referencias éticas, de referencias intelectuales, de referencias políticas en la que me sentía. En este mundo de marketing permanente, de la imagen, de la velocidad de la información, de la falta de pensamiento crítico, del consumismo permanente, del uniformismo dominante, de la inteligencia artificial que nos convertirá en autómatas, de la mentira como arma continua de la política, de la falsedad o de la impostura …..y no sigo, Pepe Múgica representaba lo contrario. Desde su chacra de Montevideo, con su viejo Wolkswagen Escarabajo de 1.987, que nunca abandonó incluso cuando llegó a la Presidencia de Uruguay, Pepe Múgica representaba la verdad y la coherencia frente a esta politiquería que nos gobierna acá, allá y acullá. Representaba la honradez y la modestia. Hasta su referencia fue modesta, como su propia vida.